28 jun 2007

 
Qué alegría da vivir buenos momentos con buenas personas... incluso en el hospital...

El pasillo de mi planta hospitalaria era como una calle populosa de un barrio histórico. En pocos días la 'buena gente' empieza a hacer tu vida más llevadera:

- Un desconocido paciente vecino me acercaba a la habitación, a primera hora de la mañana, y sin yo pedirlo, el periódico del día.

- Una auxiliar de enfermería me preparaba, por la noche, una infusión insistiéndome cariñosamente en lo estupendo que me vendría tomarla.

- Un enfermero dedicaba a diario unos preciosos minutos a charlar conmigo de mi situación y de otros temas más triviales.

- Una asistenta de limpieza me mostraba orgullosa en su teléfono móvil la foto de su único nieto mientras me contaba los difíciles momentos que vivió al nacer.

- Otro paciente, con el que entablé un par de conversaciones, me dio sus señas ofreciéndome su casa y compañía.

- Encontré médicos que ESCUCHAN y se interesan por ti y no sólo por la enfermedad que hay en ti.
....

En fin, ¿qué hace que, en un plazo relativamente corto de tiempo, las personas congenien y se ayuden de esta forma?. En una primera reflexión aparenta ser un pequeño milagro o casualidad.

Es cierto que, en este 'barrio' llamado hospital, todos viven para una finalidad común: sanar. Los sanitarios ayudan a sanar y los enfermos desean sanar. En esa misión puede ser más justificable encontrar una química especial entre unos y otros. Déjenme decir, por otro lado, que, en estas circunstancias, los enfermos y enfermeros no están para muchas fiestas. El dolor y el estrés no dejan mucho campo de maniobra para las relaciones sociales.

Pues, ¿saben qué?. La explicación hay que encontrarla en los términos más sencillos. La inmensa mayoría de las personas son buena gente... ¡¡y punto!!. Yo siempre digo que todo el mundo es bueno hasta que no se demuestre lo contrario y que tenemos mucho más que perder que ganar si actuamos a la defensiva con los demás.

Mi experiencia de dieciséis días en el hospital es una demostración más de lo que siempre he sentido y pensado sobre el ser humano.

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26 jun 2007

 


Los libros...esa otra forma de 'viajar' y 'sanar'


En mi juventud fui un devorador de libros. Tengo la fortuna de tener unos padres apasionados por todo lo escrito; novelas, poesía, ensayos, biografías, etc. Yo bebía de ese caldo tan enriquecedor día sí día también.

El presente es algo distinto. Mi mesa se apila de historias que no puedo digerir siempre porque no me llegan las horas.

He de decir que me he dado el 'lujazo' de zamparme la última novela de Paulo Coelho en cuestión de unos pocos días. "La bruja de Portobello", como en todos sus libros, nos traslada a una historia sobre la búsqueda del quién soy yo, del cómo puedo amar y del cómo puedo ser amado. Coelho me engancha porque me permite disfrutar de una historia intensa y, al mismo tiempo, reflexionar y preguntarme sobre todo eso que nos ronda por nuestra cabecita y nuestro espíritu.

Athena, la protagonista, cautiva porque lo único que pretende es ser ella misma. Busca su verdad para devolver lo encontrado a los demás. Se tropieza, como no, con ese entorno de convicciones falsas y moralinas trasnochadas que quiere acabar con ella sin conseguirlo.

Dejar los libros de gestión y artículos de negocios por un relato como éste ha sido una de mis mejores medicinas.

Ya saben, si no pueden viajar en avión, no dejen de hacerlo con un libro.


http://www.labrujadeportobello.com

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24 jun 2007

 
Un descanso forzoso

La vida, a veces, decide posponer tus planes. Tenemos que contar con que en tu viaje vital siempre habrá 'imprevistos'.

Esto viene a cuento de algo que me ha pasado. Planeaba un viaje de trabajo, ir a varias pruebas deportivas, actividades en la naturaleza con mi familia, escribir ... y todo ha tenido que aplazarse.

Una vacuna me ha 'machacado'. Urgencias, hospitalización, reposo. En fin, empiezo de nuevo. Ya me estoy recuperando y deseando partir hacia nuevos destinos en cuanto reponga fuerzas.

¿Por qué pasan estas cosas?. Cuando a alguien le sucede un susto como el mío se percata de lo efímero que es, aprende a colocar lo importante en el el lugar que se merece, a mirar la vida con más sensibilidad, aprende a querer mejor a los que están con uno en los malos momentos.

Permítanme esta oportunidad para volver el pensamiento y el corazón hacia mi familia que ha estado en todo momento mimándome y ayudándome lo indecible. Un sentimiento especial para mi esposa, padres y hermanos que han arrimado el hombro logrando que todo sea más fácil y llevadero. ¡¡Gracias!!.

Como no mencionar a mis amigos que han estado pendientes de mi evolución, a los compañeros de trabajo (especialmente al grandioso y modélico equipo de Servicios Financieros que tiene una categoría humana y profesional única).

Los médicos, enfermeras y auxiliares del Hospital Universitario han sabido cuidarme y tratarme. ¡Que gran importancia tienen cuando la enfermedad se presenta en tu cuerpo!. Han sido también para mí una lección de buen trabajo y buen trato. Menciono a la Dra. Marisa Sanfiel en particular porque ha ido más lejos que su deber y me ha dado seguridad en todo momento.

Me voy a despedir con un "¡¡Hola, aquí estamos de nuevo!!".

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