16 sept 2007

 
Las ganas de hacerlo bien lo marcan todo


SITUACIÓN: una pareja amiga y nosotros sentados en una terraza cualquiera. ACCIÓN: después de ¡¡¡veinte minutos de espera!!! sin recibir atención, decidimos probar y cambiarnos a una mesa contigua que pertenecía a otro bar. REACCIÓN: dos amables camareros se aproximan inmediatamente para atendernos.

En la misma plaza, con igual número de camareros y similares ofertas, el trato es diametralmente opuesto en cuestión de un metro de distancia. Les apostaría mi pellejo a que por allí no había 'jefazos' a la vista y que los salarios no eran muy diferentes. ¿Hay explicación?

¿Qué hace que unos trabajen con más ilusión y ganas que otros? Dudo que sea el dinero, la presión, edad, nivel educativo.... Me inclino, más bien, a pensar que hay personas que, por defecto, le ponen a la vida buena cara y consideran natural dar lo mejor en cada minuto de sus vidas.

La diferencia entre el éxito y el fracaso en una empresa, comunidad de vecinos, grupo de amigos o proyecto está en contar con muchas personas como las del segundo bar y con las menos posibles del primero.

¿Es así de sencillo? Aunque no se puede medir el efecto del comportamiento 'entusiasta' en el éxito de una sociedad, no dudo de la existencia de una relación causa - efecto (*).

(*) Se me olvidaba decirles que el bar-terraza amable estaba lleno y el desagradable vacío.

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14 sept 2007

 
Desarrollo y medio ambiente en Canarias desde una mirada infantil
Canarias24horas.com - viernes, 14 de septiembre de 2007
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10 sept 2007

 
¿Nos importa todo un bledo?

Las pequeñas historias cotidianas de nuestras vidas esconden valiosas enseñanzas si sabemos mantener una mirada lúcida y crítica.

El viernes, a primera hora de la tarde, me encontraba en la peluquería del barrio cuando, de pronto, se levantó un gran revuelo en torno a un lindo hámster enjaulado. Nos contaba el tenedor de tan simpático animal que lo acababa de encontrar... ¡¡dentro del contenedor de basura de la calle!!.

Los peluqueros y clientes estábamos entusiasmados y sorprendidos a un tiempo. Nadie podía entender el comportamiento del individuo que tuvo la sangre fría de abandonar al animalito.

El otro lado de la moneda lo encontré en aquellos que dispusieron un estupendo plan de 'reinserción' para el juguetón roedor. Le buscaron comida en una tienda de animales cercana, lo ubicaron en una estantería con vistas privilegiadas y se inició la importante labor de selección del adoptante idóneo.

Más allá de lo anecdótico de los hechos, hay reflexiones que no puedo dejar de hacer.

¿Estamos perdiendo el sentido común?, ¿hemos olvidado el valor de la responsabilidad frente a las consecuencias de nuestros actos?, ¿nos importa todo un bledo?. Quiero seguir pensando y creyendo que por cada ciudadano sin escrúpulos hay otros muchos con un gran corazón. Eso sí, descerebrados 'haylos' en todos los rincones. Si no, esta historia, como otras tantas, nunca hubiera existido.

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