1 abr 2008

 
Tres días en Senegal y sólo un pensamiento


Negocios, lugares de interés, comidas de postín... Todo, absolutamente todo, pasa a un segundo plano cuando recuerdo la alegría con que esos niños pintaban en una desvencijada mesa o jugaban a cualquier cosa con nosotros. Niños, parecidos a los míos en edad, pero distintos en todo lo demás. Distintos porque ya saben buscarse la vida, porque sonríen todo el tiempo y no se quejan, porque saltan de alegría cuando les das un simple caramelo o porque te abrazan espontáneamente buscando cariño.

¡SON YA MIS NIÑOS! Es inevitable pensar y sentir, para los que somos padres, que todos ellos son también nuestros hijos.

Estoy rumiando la posibilidad de colaborar con ellos en forma de donativo no monetario. Lo haría con el respaldo de un amigo senegalés muy respetado llamado Balla Camara. Estaré encantado en contactar con mis lectores bloggeros interesados (para empezar, no tiren lapices, gorras, camisetas, ropa, etc.)



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