7 jul 2007

 
¿Por qué le hacemos tan poco caso al hermano pequeño?


No falla... En el trabajo, en la familia, en los estudios, entre amigos. Valoramos un mismo mensaje de forma distinta según quien lo emite.

Imaginemos un consejo de incalculable valor objetivo. Por ejemplo una propuesta de ahorro de gastos que se acompaña con un plan viable y fácilmente aplicable.

Pues bien, si la presenta tu hermano menor (al que siempre hemos considerado el 'inocente y pequeñín' de casa) o el becario (al que muchas organizaciones ven como el 'pinche' del archivo) o ese amigo que siempre está de bromas y que se pasa de copas en las fiestas (al que es imposible tomarle en serio), ENTONCES, esa idea entra por un oído y sale por el otro sin pena ni gloria.

Ahora bien, quedamos 'pillados' por el mensaje si, por el contrario, tenemos delante al veterano de la familia, al ejecutivo estrella del momento, al amigo sesudo o al profesor de atril.

Es una pena que no hagamos o sepamos hacer un pequeño esfuerzo para no dejarnos dominar por ciertas historias personales, prejuicios y culturas consentidas. ¿Cuántas palabras buenas desoímos y cuántas de ellas nos hubieran podido ayudar en nuestras encrucijadas del camino?.

Mañana intentemos escuchar y ver con otros ojos a aquellos que tenemos, conscientemente o inconscientemente, en listas como las del primer escenario comentado. En mi caso, les prometo que llevo tiempo acercándome, con mi mejor predisposición, a mi hermano pequeño (*)

(*) ahora pequeño sólo en edad.

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