7 may 2007

 
La paradoja del querido maltratado


Resulta curioso observar cómo actuamos con las personas más queridas y presentes. La amabilidad y simpatía se relega en muchas ocasiones a las visitas. Los de siempre, los del día a día, parecen formar parte de un mobiliario humano al que no prestamos la atención y el cariño que se merecen.


¿La confianza endurece el trato?. ¿Por qué sólo somos 'especiales' con los novedosos?. Hago un mea culpa por no saber estar siempre a la altura de los que realmente se merecen mi mejor lado, aquellos con los que convivo día a día. Ellos dan sentido a mi mundo y construyen lo que soy. Dándoles lo mejor de mí seguro que me ayudaran a sacar lo mejor de mí.

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